domingo, 5 de abril de 2009

La ciudad se transforma

...Y menos mal. Recuerdo la sensación que me quedó cuando llegué aquí, a principios de enero: Acababa de pasar una ola de frío polar (aunque las temperaturas invernales siempre son bajas de todas formas) y además era temporada de exámenes, con lo que la ciudad tenía muy poca vida. A las 6 de la tarde, puntuales, como si hubiese un toque de queda, se cierran los comercios y hasta las cafeterías. La gente sale de trabajar y se va directamente a casa. La oscuridad (noche cerrada a las 5 de la tarde), el frío y la lluvia (o nieve) no invitan a otra cosa. Cena temprana y a la cama. Podréis haceros una idea de la sensación tan depresiva que me invadía al caminar por calles comerciales (pensadas para el trasiego masivo de consumidores con sus compras) totalmente desiertas. Y con el viento helado empujándome para caminar un poco más deprisa hacia mi destino. Me pareció triste, Lovaina, todo lo contrario de lo que esperaba encontrar.
Tuve la sensación de que la cosa iba a cambiar conforme el tiempo mejorase. Y así es, por suerte. Llegó la primavera. Y si os apetece, os contaré en qué consiste la transformación.

Los días se alargan. Se nota mucho, y ahora, si el tiempo acompaña, he recuperado ese hábito que daba por perdido y que consiste en dar un paseo después del trabajo, o bien tomar un rodeo según me acerco a mi casa, muchas veces aprovechando para cenar por el camino.

Otro síntoma evidente: poco a poco, han ido extendiéndose. Me refiero a las terrazas, especie no muy pródiga en mi ciudad de origen, pero que aquí han ido colonizando en las últimas semanas, inesperadamente, calles y plazas; rincones donde uno no imaginaría que a alguien le pueda apetecer tomar una cerveza o un almuerzo. He visto algunas de estas terrazas llenas a rebosar incluso cuando el termómetro no subía de los 5ºC, ¡los hay valientes!

Los estudiantes. No había nadie en la facultad cuando llegué aquí, en enero, pero ahora los pasillos son ruidosos y concurridos. A veces es molesto (sobre todo cuando organizan fiesta), pero sin duda es más animado que antes. Salgo de trabajar sobre las 18:00 ó 19:00, según me dé, y por la calle me cruzo con docenas de jóvenes, bien con una sustanciosa bolinga, bien en proceso de adquirirla, y (sólo) algunas veces es divertido el espectáculo, cuando la cosa transcurre con naturalidad y sin estridencias ni vandalismo.



Aunque los comercios sigan con su imperturbable horario "europeo", algunas cafeterías han extendido el suyo y tienen la puerta abierta un par de horas más. La música de los pubs y otros lugares de similar naturaleza hedónica se deja oír por fin más temprano, y no son pocos los clientes que deciden tomar su copa en la calle, dejando la puerta abierta y permitiéndome adivinar el interior de un local con llenazo completo, ¡un día entre semana y a las 6 de la tarde!

Y el último en llegar, el más esperado de todos, es el sol. Ya tardabas, compañero. Me han prevenido, me han dicho que no espere muchos días soleados, ni siquiera en verano, que aquí tiende a llover todo el año. Pero tal vez lo infrecuente de la visita del astro rey la convierta en algo mucho más valorado. La semana pasada puedo decir que disfrutamos un día de primavera por primera vez. La temperatura era suave, y yo cruzaba el Pauscollege camino de mi facultad, cuando reparé en que unos estudiantes habían sacado un colchón por la ventana de un bajo, y lo habían tirado sobre la hierba del jardín para tomarse unas cervezas mañaneras con uno de los primeros ratos de sol que he visto aquí. Espero que se mantenga...

3 comentarios:

  1. Ya tardabas en escribir! Me alegro de que la vida exista en el país oscuro más allá de las 18.00. Disfrútalo que el invierno se hará duro.

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  2. Me alegro de que cambie a mejor la cosa. Me imagino lo duro que ha tenido que ser para ti estar allí en invierno.

    Un saludo ;D

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  3. Disfruta de Lovaina, Fercho... así da gusto

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